26 de mayo de 2008

Indiana Jones y el Reino de la Calavera de Cristal

Imaginemos que estamos en mitad de un museo. Observando la Mona Lisa, el David o cualquiera de las obras clásicas de la historia del arte. Cualquiera de esas obras que todo el mundo conoce, reconoce y respeta. Esas obras que forman parte del imaginario popular, que son un mito en sí mismas. Ahora bien. Imaginemos que tenemos la posibilidad de retocar esas obras. De hacer añadidos que para bien o para mal modificarían y ampliarían esas obras para siempre, cambiando el mito. ¿Y si le pusieramos al David un sombrero y un látigo?



Al igual que ocurrió con Star Wars, saga que tuvo su continuación 16 años después, Indiana Jones y el Reino de la Calavera de Cristal llega casi dos décadas más tarde que su predecesora, Indiana Jones y la Última Cruzada. Siempre es peligroso ampliar sagas tan populares, que son poco menos que un mito para millones de espectadores a lo largo y ancho del globo. Con tanto tiempo para interiorizarlas y adorarlas, estas sagas maceran como un buen vino en la mente del espectador, que las amolda a su gusto. ¿Qué pasa cuando se hace una continuación?

El ojo crítico del espectador se agudiza hasta extremos insospechados. La suspicacia con que se enfrenta el film se ve multiplicada por la osadía de continuar aquello que se conoce tan bien. De forma casi inconsciente, el espectador se torna cínico ante todo lo que tenga que ver con la nueva película.

Ante toda esta presión previa, el cineasta, en este caso Spielberg y su productor, George Lucas, debe tratar con enorme respeto el material ya realizado. Mantener el tono, hacer guiños, autoparodiarse, expandir la historia, explorar nuevos campos sin traicionar la esencia absoluta del doctor Jones. ¿Qué se ha conseguido con el Reino de la Calavera de Cristal? La nueva entrega de Indy es una evolución. Como el propio Spielberg dijo, si las primeras eran un guiño al cine de aventuras de los años 30, la nueva se fija en el cine predominante en los años 50, la serie B de ciencia-ficción.

Fechada en 1957, nos reencontramos al profesor Jones en plena guerra fría. Secuestrado por los rusos en un desierto de Nevada, los primeros diez minutos de acción tienen lugar en el misterioso almacén que vemos al final de En Busca del Arca Perdida, donde escondieron el objeto sagrado para siempre jamás. Este es uno de los múltiples guiños hacia la trilogía original que llena la nueva entrega.

Es curiosa la dicotomía que existe en el argumento. Porque a la vez encaja y no encaja con las Indiana Jones originales. Si recordamos, el elemento fantástico ha estado presente en todas las películas de Indy sin excepción: desde el arca capaz de matar a los nazis con el fuego sagrado; al sacerdote Mola Ram, capaz de arrancar un corazón con sus manos y que el "operado" siga vivo; pasando por el cáliz que contuvo la sangre de Cristo y que es capaz de dar la vida eterna y curar una herida de bala con el agua que contiene. Si bien estos elementos sobrenaturales son iconos religiosos y aparecen siempre hacia el final de la película, puede que resulte chocante encontrar una nueva forma de deidad religiosa "alternativa": los seres extraterrestres. La historia nos lleva a los misteriosos geoglifos de Nazca, en Perú; a algo parecido a la polémica calavera de Mitchell-Hedges y la mítica ciudad de El Dorado. Toda la base "real" de esta película es tan resbaladiza que deberían haberse planteado una forma de presentar toda la mitología de la historia de forma más ambigua para que el espectador decida lo que podría ser o no real.

Una vez seamos capaces de aceptar este giro en el argumento, Spielberg nos ofrece lo que siempre había sido Indiana Jones: entretenimiento puro, persecuciones imposibles, humor...una película de domingo por la tarde. Buscar en Indiana Jones algo más profundo sería traicionar la esencia de lo que es, de lo que siempre ha sido.

Y entrener, esta película consigue hacerlo. Excepcional escena de persecución en coche a través de la selva, con lucha de esgrima y una marabunta de hormigas asesinas detrás, todo para terminar en una enorme cascada. Adrenalina pura, movimiento, cine en mayúsculas. También destacable la persecución en moto por la ciudad, cargada de momentos cómicos y un final apoteósico en una biblioteca.

La nueva mala malísima, interpretada por una genial Cate Blanchett, cuya mirada magnética sustenta el personaje, es la comandante de los antagonistas de postín de turno: ahora, son los rusos. (Recordemos, ya no estamos en los años 30 y los tiempos han cambiado). Jamás en Indiana Jones una figura antagonista había tenido tanto peso. Por ejemplo, en la Última Cruzada, esa figura estaba dividida en: la parte física (el general alemán), la parte científica e intelectual (la traidora Elsa) y la parte egoista de enriquecimiento personal (el también traidor Donovan). Aquí, todas esas figuras convergen en el personaje de Irina Spalko de forma muy efectiva.

También acompañan a Indy el primer amor del que supimos, la verborreica Marion Ravenwood, y su hijo, el adolescente pseudo-James Dean, Mutt. La relación paternal que Indy establece con Mutt está poco explotada por culpa de un guión que cumple su cometido pero no destaca en ningún momento. David Koepp, su responsable, parece saturado por el mito de Indiana Jones y es incapaz de hacer evolucionar al personaje más allá de explotar el hecho de que está un poco mayor para las aventuras en las que se mete casi sin querer. Además, el personaje de Mac, peca de esquemático y poco profundo, cuya motivación es sólo el dinero. Para ser amigos de toda la vida, no hay química entre ellos como pareja de aventuras. Y por último, la inclusión del personaje de John Hurt es totalmente innecesaria e inútil.

Por desgracia escenas como la explosión atómica con la nevera y la inclusión del momento tarzanil desmerecen el conjunto de la película. Otros fallos, como la facilidad con la que se libran de los "malos lugareños" (esos que sólo aparecen en un lugar concreto de la película, como la tumba de Nazca o la entrada al reino de la calavera de cristal) ayudan a diluir la sensación de peligro.

Sorprendentemente, otro de los puntos flacos de la película es la música de John Williams. Un compositor infalible, la persona viva más nominada, que a veces incluso ha competido contra sí mismo en los óscar por estar doblemente nominado...ha fallado. No hay ni una sola melodía nueva con la fuerza suficiente para ser recordada. Los momentos de más carga emocional de la película son rescatados por melodías de las anteriores entregas, como el tema de Marion, el tema del arca, e incluso el tema del Santo Grial. Son los únicos momentos en los que la banda sonora brilla, rellenando los huecos entre estos leit-motivs con música de acción nada inspirada y que recuerda en exceso a la música de las dos últimas entregas de Star Wars.

Si eres capaz de perdonar el casi increíble argumento, disfrutarás mucho con esta nueva entrega. Se le achaca la falta de un guión más mordaz y unos personajes más definidos, pero la impecable dirección de Spielberg nos ofrece una pop-corn movie en toda regla con momentos cómicos y acción a raudales. Y después de todo, sigue siendo Indiana Jones. Por eso, se le perdona todo. Se queda con un: 7'5

23 de mayo de 2008

La Niebla

El director y guionista Frank Darabont se atreve con una nueva iteración en su trayectoria: adaptar una obra de Stephen King. Tras Cadena Perpétua y la Milla Verde, dos más que interesantes dramas carcelarios (el primero de ellos posiblemente precursor de Prison Break), nos llega La Niebla. Nada tiene que ver con la película homónima de John Carpenter, pero también se abraza al género de terror para contar esta nebulosa historia.



La película no se anda con rodeos: a los cinco minutos vemos aparecer la niebla, que no nos abandonará ya en ningún momento. Después de una gran tormenta nocturna, la mayoría del ficticio pueblo de Castle Rock va a comprar suministros a la tienda local. Entre ellos, un dibujante de pósters de películas y su hijo pequeño. Allí es donde les alcanza la mortífera niebla.

El motor del primer tercio de la película es el misterio que nos presenta esa niebla. Qué es, por qué aparece, cómo es, y lo más importante: qué habita en ella. Una vez se disipa este misterio inicial...llegan los monstruos. Eso sí: sabiamente utilizados. Su aparición está dosificada a lo largo del metraje y siempre entre la bruma, con lo que el terror a lo informe acentúa la sensación de incertidumbre. La influencia de H.P. Lovecraft en King se nota en el diseño de producción de los monstruos, parecidos a los putrefactos dioses-monstruo del autor inglés.

Pronto nos percatamos como espectadores que debemos centrar nuestra atención en el interior de la tienda. Por desgracia, hay más monstruos dentro que fuera de ella. Es curioso ver como la civilización y las normas de convivencia son como una fina capa de polvo. A la que viene una leve ráfaga de viento que perturba la paz, se pierde todo de un plumazo. Los personajes, atrapados, son como un caldo de cultivo en una olla a presión.

Este choque se produce por las diferentes formas que tiene el ser humano de enfrentarse a lo desconocido, de intentar encajar en parámetros comprensibles lo que no puede interpretarse por los mecanismos habituales. En La Niebla tenemos la interpretación bíblica del apocalipsis y el fin de los días, predicada por una estupenda Marcia Gay Harden que va ganando adeptos fanáticos conforme se suceden los..."sacrificios". Tenemos la visión pragmática, el empirista, y la desesperada de aquel que desea que su hijo sobreviva.

Mención aparte necesita el tercio final de la película. Frank Darabont, que también es el responsable del guión, se atreve a cambiar el abierto final de la novela corta de King para traerlo a derroteros mucho más dramáticos y cínicos. Dada la situación en al tienda, los personajes, ya al límite se ven forzados a abandonarla. Y es aquí cuando la tremenda amoralidad de la situación, la desesperación, y la decisión final, hacen preguntarse al espectador cual es la opción correcta, que salida hay.

La Niebla es una película de terror con corazón. Unos personajes sólidos cimentan una historia interesante y llena de misterio, con suficientes dosis de terror y gore puntuales para saciar a los exigentes. Y si esto no te convence, los diez impactantes y desoladores minutos finales te harán recordarla mucho tiempo, al igual que la conmovedora banda sonora. Realmente, desearás que esos personajes sobrevivan, pues se lo merecen. En conjunto es una buena película, una decente adaptación y un gran entretenimiento.

La Niebla se lleva un: 8,5.

12 de mayo de 2008

Cobardes

Si la Torre de Babel se erigiese hoy día, sería estrella de esos documentales de la Sexta, llamados MEGACONSTRUCCIONES. Es curioso como si ponemos la estructura de la serie CSI a algo tan mundano como la construcción de un puente, se convierte inmediatamente en puro espectáculo.

Siguiendo con laTorre de Babel, (según esa gran fábula llamada el libro sagrado), fue el lugar donde los hombres perdieron la facultad de entenderse unos a otros, donde nacieron los diferentes idiomas como castigo por intentar llegar al cielo.



Cobardes es la película que sigue a Tapas en ese intento por radiografiar a la sociedad del extraradio de Barcelona. Para eso, con un amor por la ciudad natal que nada tiene que envidiar a la relación entre Woody Allen y la Gran Manzana, Jose Corbacho y Juan Cruz retratan a la gente de Hospitalet con una historia de barrio, con algo que por mundano pocas veces salta a la gran pantalla.

Cobardes toca el tema del bullying, o para los de toda la vida, el acoso escolar. Cómo identificarlo, como negarlo, los errores que se pueden cometer, la solución (o no) del problema...son los pasos típicos que sigue toda película de problemática social candente. Como ya hicieron Te doy mis ojos y El Bola, Cobardes busca darle voz a aquellos que no la tienen, abrir los ojos a una sociedad ajena a muchos de los entresijos que complican su trama, pero son parte indisociable de ésta.

Dejando de lado el tema del bullying, tratado de forma previsible, Cobardes nos presenta una segunda lectura bastante más interesante que recae en la relación entre los púberes pre-adolescentes y sus padres. Para los que os preguntábais que coño pintaban los dos párrafos iniciales sobre la Torre de Babel, aquí va la respuesta: los niños y sus padres no se entienden. Pertenecen a mundos diferentes, a pesar de hablar en la misma lengua de Cervantes, lo cual complica la cosa. Como si de un críptico mensaje de móvil se tratara, las dos partes son incapaces de entender las motivaciones y actuaciones del otro. Una madre incapaz de entender que a su hijo le pueda entretener un video de violencia enviado a su móvil. Un hijo incapaz de expresarse, por no encontrar las palabras adecuadas. Llevado a un extremo, se puede decir que todos, absolutamente todos de los personajes son mudos y sordos. La falta de tiempo común, el trabajo de los padres, el bombardeo contínuo de los medios de comunicación, la educación dispersada...¿son las causas de este distanciamiento? Puede ser, pero Cobardes es un excelente retrato de la soledad que conlleva esta grieta para todas las partes implicadas.

Quizás la película debería aprovechar más este poderoso punto fuerte. El tema del miedo queda diluido, a pesar que han intentado darle un gran protagonismo (¿Cuántas veces dicen esa palabra en el tráiler?). A veces, las historias se cuentan solas, y hay que escucharlas.

Es curioso como las apariencias engañan. José Corbacho, con sus extravagantes chaquetas, su siempre megafónico tono de voz y sus absurdos shows, es capaz de hilar una historia intimista y personajes perfilados, a pesar de partir de una base un tanto esquemática. Y tenemos a Paz Padilla en un papel serio, en el que no sonríe ni una sola vez. Y es más, pronuncia todas las eses. Se demuestra que quien quiere puede.

Cobardes es una película sin complejos, fácil de ver. No quedará en tu retina mucho tiempo, pero tampobo desagrada verla. Es ideal para esos padres que al salir del cine quieran intentar comprender mejor a sus hijos, henchidos por un optimismo un tanto infantiloide. Pero oigan, que si sale algo bueno no seré yo el que los censure. Cobardes es un: 7