7 de diciembre de 2008

Quantum of Solace

Siguiendo los pasos de Casino Royale, Quantum of Solace no es más que una entrega hiperbolizada en acción de los nuevos derroteros pseudo-saga-de-Bourne que ha tomado el agente secreto británico. Si un viejo proverbio klingon decía que la venganza en un plato que se sirve mejor frío, Quantum of Solace viene a desmentirlo.



La primera cosa curiosa que se debe saber de la vigesimosegunda entrega de James Bond es que el director, Marc Forster, no tiene en su currículum nada que a priori se pueda necesitar en una saga de acción. Películas como Monster's Ball y Descubriendo Nunca Jamás, dramones en toda regla, pertenecen a otro mundo. ¿Pues qué nos hace el señor Forster por aquí? Los directores no muy avezados a la acción tienen la mala costumbre de convertir la cámara en un ente gelatinoso que no para de moverse, de mostrar imágenes confusas y zooms exagerados. Y de esos momentos, Quantum of Solace está repleta, pues por cada 3 minutos de conversación, luego viene un pack de 10 minutos de acción dispersa. Si el cine es movimiento, esa cualidad se puede conseguir de diversas formas: moviendo la cámara o moviendo lo que pasa ante ella. Cuando se mueven las dos cosas, se crea un tour de force en el que la pírrica victoria de uno de los contendientes no beneficia al espectador para nada. Por poner ejemplos de ambos extremos: tenemos a Michael Bay y su norma de cambiar de plano cada 3 segundos (donde dos personas quietas pueden parecer casi una multitud corriendo); y tenemos a George Lucas y su anquilosada cámara rumienta por la zona de las ruedas.

Resumiendo un poco, la acción en Quantum of Solace no es tan precisa ni preciosista que en su antecesora, a pesar de tener un potencial incluso mayor. La persecución en coche de la secuencia de apertura es el único momento mínimamente destacable, posiblemente porque no tiene comparación con una secuencia parecida en Casino Royale. Luego, se suceden clichés de 007 uno tras otro: persecución en lancha, persecución en avión, persecución a pie...

En cuanto a la historia, no es más que una continuación directa de lo visto en Casino Royale, con constantes referencias a situaciones y personajes de la primera entrega. Es la primera vez que dos películas de la saga son tan dependientes entre sí. Esto les permite obviar muchos momentos en los que la acción se detendría para presentar personajes o explicar la historia. Que en Solace, no es más que una: venganza, venganza contra aquellos que mataron a Vesper Lynd. Se nos presenta un Bond más descontrolado, más cínico aun que en la primera entrega.
Es de agradecer que nos hayan librado de el enésimo romance de Bond con su coprotagonista femenina, con la que comparte la necesidad de venganza por la muerte de un ser querido. Sus conversaciones provocan lo que se convierte en los únicos momentos emotivos (por mostrar emociones, aunque estas sean bastante oscuras) de todo el metraje, pues ambos tienen a un Bill final al que matar en su lista.

Quantum of Solace es una película de acción aceptable, con errores en su forma y un contenido más vacuo de su predecesora, de la que es quizá demasiado dependiente e imprescindible ver para comprender ésta. La buena sensación que dejó Casino Royale se diluye porque el efecto sorpresa se convierte en un más de lo mismo pero más grande y mejor que no acaba de encajar del todo. Y además, la canción de los créditos, de Alicia Keys, es bazofia. Quantum of Solace se queda con un: 6