17 de marzo de 2008

10.000

No estamos ante una secuela de la interesante 300, si no más bien ante otra superproducción anabolizada de presupuesto del irregular Roland Emmerich. El padre cinematográfico de Independence Day, Godzilla y El Día de Mañana.



Después de ver estas películas, siempre tengo la sensación de que los actores están por compromiso (como un mal necesario), por seguir la máxima de "en una película debe haber actores". Como aquel que espera interminables minutos en una terminal de autobuses o en una estación de metro, los personajes se encuentran en un lugar de paso entre efectos especiales, sin saber muy bien por qué están allí. A este sentimiento también colabora bastante el hecho de que los actores sean conscientes de que sus personajes son meras conjunciones entre tanta orgía de efecto especial e imagen impactante y no se esfuercen mucho en la interpretación. Por sólo mencionar uno: ¿Alguien se cree a Bill Pullman como presidente de los Estados Unidos en Independence Day?

10.000 no es una secuela de 300, pero podría serlo perfectamente del Apocalypto de Mel Gibson. Un pueblo autosuficiente y anclado en sus tradiciones choca con la tecnología y la barbarie de otra tribu superior en número y conocimientos. Después de este choque inicial, un elegido y valiente miembro de la tribu original se embarca en un viaje épico para salvar todo lo que conoce y a su mujer amada. En el camino, descubre su valor y salva a su pueblo para llegar a un final feliz, después de desafiar al poder dominante mediante un corazón puro y buenas intenciones.

Si después de leer esto eres capaz de diferenciar si estoy hablando de Apocalypto o 10.000, mereces un premio. Mientras que el periplo maya de Gibson es un ejemplo del ritmo cinematográfico y como llevar al espectador donde quiere, 10.000 adolece de un ritmo más apagado y bastante irregular, que la inclusión de numerosas escenas de acción no logra solucionar. Y las similitudes con otras películas no acaban aquí. En un momento de la película, el protagonista, que no es más que un proto-Ángel Cristo capaz de hablar con los tigres dientes de sable, se encuentra perseguido por enormes pájaros prehistóricos sedientos de sangre, en un entorno lleno de hierbas altas. Esta escena de acción ya la explotó Spielberg en su Mundo Perdido con los velocirraptores, y debo añadir que de manera mucho más efectista que Emmerich. El look reinona gay de la cúpula religiosa ya lo vimos en 300. Y la carga de los mamuts por una pasarela de piedra nos remite a lo que consiguió Jackson en el Retorno del Rey y las Dos Torres. Si has visto todas estas películas, sinceramente no hace falta que vayas a ver 10.000.

Otra de las cosas que me disgusta de 10.000 es la figura del elegido. ¿Por qué el protagonista debe ser importante por real decreto? ¿No sería más dramático quizás que una persona normal se convierta en héroe por su propia obra y milagros? Y esta supuesta importancia del protagonista nos lleva a que su periplo se nos narre por una voz en off omnisciente, que lleva el peso del relato de la película.

Es curioso lo peligroso que es el recurso de la voz en off. Se debe utilizar con mucho cuidado. Por una parte, puede parecer que se explica lo que pasa en pantalla para lograr la compresión de un espectador cateto, incapaz de decodificar e interiorizar lo que ve pasar ante sus ojos. ¿Alguien se acuerda de la voz en off (por fortuna ya desaparecida en las nuevas versiones) de Blade Runner? Por otra parte, utilizada en su justa medida puede hacer memorables momentos concretos de la trama, como es el caso de la introducción narrada del pasado de Imhotep en las dos películas de la Momia. En el caso de 10.000, la voz en off cumple la función de narrador de la trama, ante la incapacidad del guionista para poner en boca de sus personajes y la imaginación del espectador el desarrollo de la misma. Y otra cosa que me molesta tremendamente es el engaño final, el poco honesto timo que cuelan al espectador. Pero no spoilearé nada.


10.000 no es más que una película para comer palomitas, un refrito de situaciones ya vistas y un metraje que tampoco destaca excesivamente por los efectos especiales, cosa que hasta ahora salvaba las películas del realizador alemán.. Si quereis ver algo interesante de Roland Emmerich (a mi juicio, lo único junto con Stargate), ved Joey. Una película de un niño que encuentra un muñeco de ventriloquía con vida propia y una tremenda aura de maldad y misterio. Recuerdo que el monóculo del muñeco me quitó el sueño muchas noches cuando era pequeño.

10.000 se lleva un 5.

1 comentario:

tuseeketh dijo...

A modo de apunte, por si lo consideras útil: en castellano tenemos nuestro propio verbo para decir lo mismo que con "spoilear", y es "destripar". Está bien intentar no caer en barbarismos innecesarios, sobretodo cuando se raja de Hollywood ;)

¡¡¡REVIEW DE MATRIX YA!!!