17 de marzo de 2008

No es país para viejos

La gran triunfadora de los Óscar. Mejor película, mejor director (en este caso directores, los hermanos Coen), mejor guión adaptado y mejor actor de reparto a nuestro castizo Javier Bardem. Y esto ya después de acarrear un palmarés de premios considerable. ¿Está a la altura de este impresionante palmarés?



El sol está en lo alto del cielo. El horizonte es un mar líquido debido al calor, y las distancias se derriten en un apoteósico desierto donde no existe el antes ni el después. No hay ninguna sombra donde guarecerse, como bien saben la docena de cadáveres que se pudre entre el reseco polvo. Es lo que queda de un intercambio fallido entre narcotraficantes, en el cual ha desaparecido la nada desdeñable cantidad de dos millones de dólares en efectivo. Y un Don Nadie, que vive en una caravana con una mujer más lerda que cualquier otra cosa se encuentra con el maletín. Empieza en este momento la persecución que da excusa a toda la película.

A este personaje típico de la america profunda, oriundo de la frontera entre Texas y México, se le une el personaje de Javier Bardem. Un asesino a sueldo, un mercenario contratado para recuperar el dinero. Y a éste, lo persigue la policía local, encarnada por un injustamente olvidado Tommy Lee Jones. Y también se une a la persecución un segundo mercenario, encargado de retirar al primero una vez toma su propio camino.

Es curioso como el pausado y calmado ritmo de la película logra transmitir una sensación de urgencia que en ningún momento se ve realmente en pantalla. Los personajes siguen su propia agenda, acostumbrados a una vida regida por el "sin prisa pero sin pausa". Es una historia llena de mcguffins, y con escenas de acción simples pero tremendamente impactantes por la brutalidad que reflejan. Mención especial merecen los diálogos, un constante tira y afloja entre la sorna y la comicidad, el humor negro y el diálogo profundo. Absolutamente todas las palabras de la película debían ser dichas, y ni una más. Excelente trabajo de guión.

No es país para viejos funciona bien a muchos niveles, y a nivel más espiritual (o para decirlo de forma menos religiosa, mas metafísico) es una inmensa alegoría sobre la aceptación de la muerte. Javier Bardem encarna a este concepto. Sería un error llamarle La Muerte, porque sería personificar este concepto con un aura de maldad innecesaria que se le ha dado a lo largo de la historia del arte. No le importa matar a sus empleadores. No le importan los dos millones de dólares. Ni la distinción entre el Bien y el Mal. Este concepto funesto es capaz de arremeter donde sea y cuando sea. De la forma más cruenta posible o con la más total de las sutilezas, como muestran las espléndidas elipsis que configuran los Coen para que sobreentendamos algunos de los asesinatos. El azar determina en muchos casos que dirección se toma ante la confusa encrucijada entre la vida y la muerte. Es un concepto que no cree tan siquiera en lo que dice él mismo (espléndido diálogo sobre la moneda y el azar con el hombre de la gasolinera).

El personaje de Jones, el sempiterno sheriff experimentado, aparentemente desligado y cínico ante lo que le rodea, intenta luchar resistiendo a la simple idea de que este concepto que es la muerte aleatoria, la muerte misma, exista. Poco a poco, tras comprender que es imposible huir, que ese horrible monstruo siempre estará allí, decide dar un giro a su vida y aceptar lo que está por venir. Todo acaba de encajar en el intimista final, con una taza de café humeante, y un brillante diálogo que cierra la película con una puntada final, que invita al espectador a seguir revelando las costuras hasta conseguir terminar por él mismo la pieza. Gracias por considerarnos inteligentes y dejarnos participar en la historia, rellenando los huecos con nuestra imaginación. Gracias por dejarnos terminar esta gran obra maestra que es No es pais para viejos.

Un film que no te dejará indiferente. Entrarás enseguida en su juego o permanecerás ajeno a él, pero es una gran oportunidad de participar como espectador activo, cosa que pocas veces nos permite el cine actual. No es país para viejos se queda con un: 9

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