13 de diciembre de 2007

Infiltrados

Sin ningún tipo de duda, el punto fuerte (y fuertísimo) de Infiltrados es el guión. A priori, la película nos presenta una típica historia de infiltración por parte de las fuerzas del orden en una organización criminal. Cualquier parecido a partir de aquí con otro film es puramente casual.

Lo realmente interesante de Infultrados es la evolución de los personajes y los roles que adquieren conforme avanza la trama. Encontramos a dos protagonistas claramente destacados: los personajes de Billy Costigan (Leonardo DiCaprio) y Colin Sullivan (Matt Damon). Uno es un hombre honrado, proveniente de una familia humilde y que quiere ser policía. Otro, es un protegido de un conocido capo mafioso, Frank Costello (Jack Nicholson). Quiere ser policía para ayudar a Costello desde dentro.

Tenemos un punto de partida común. Los dos entran en la academia, por motivos diferentes, pero inician sus andaduras en el mismo lugar. En la película, el ritmo irregular de los primeros minutos nos presenta a los dos personajes en las mismas situaciones mediante un montaje paralelo. No obstante, Costigan, el “honrado” es expulsado poco después de la academia porque no da el perfil requerido, aunque más tarde es reclutado para la tarea de infiltración. Por su parte, el protegido de Costello inicia una prometedora carrera en el cuerpo de policía. A partir de aquí, el juego con los personajes es una excelente muestra de cómo mantener al espectador permanentemente interesado y atento al rumbo de cada uno de los infiltrados, en un curioso baile de máscaras. Podemos decir que cada uno de los personajes parte en un punto opuesto de una gradación de colores: blanco y negro, claramente delimitados y definidos. Conforme la trama avanza, se van volviendo cada vez más grises, hasta que en una amalgama indefinible somos incapaces de discernir que motiva al personaje y lo que hará a continuación. Ambos son el mismo personaje, levemente tocados por los avatares del destino y sus procedencias. Incluso es curioso que ambos actores sean parecidos físicamente (rubios, ojos azules) y que los nombres de sus personajes sean fácilmente confundibles, que uno recuerde a otro en una provocada cacofonía: Billy Costigan- Colin Sullivan. La infantil distinción de Bueno-Malo queda obsoleta.

Los secundarios que soportan a los actores principales también sufren esa misma dicotomía: el loco mafioso resulta ser un confidente del FBI, mientras que el sargento (Mark Walhberg) que expulsó al” honrado” es expulsado a su vez, y acaba matando a sangre fría. El espectador no se siente totalmente agusto o totalmente a disgusto con ninguno de los personajes que desfilan por la pantalla, porque todos y cada uno de ellos son una caja de sorpresas y huyen del estereotipo. Bueno, seamos justos: hay un par de personajes estereotipados, como los secuaces de Costello y el capitán Queenan. Pero éstos acaban muertos.

En definitiva, es una película inteligente, con un gran trabajo por parte de los actores y de la dirección de Scorsese. Clara carne de Oscar y una visión obligada para cualquier medio cinéfilo que pulule por salas de cine, estanterías de videoclub o programas de descarga. Démosle un merecidísimo 9.

1 comentario:

tuseeketh dijo...

Creo que este post podría haber sido mejor si hubiese sido concebido como una crítica de la película y no como una contraportada de DVD con spoilers incluidos.